Miedo, estrés y ansiedad, y shock. Estos son los padecimientos emocionales que están más patentes entre los sobre 2,000 refugiados que hay en el sur de Puerto Rico a raíz de los sismos que se viven a diario.
Desde el 7 de enero del 2020 en Puerto Rico se vive diferente. El terremoto de magnitud 6.4 que afectó a la Isla en la madrugada de dicho dia destruyó en segundos lo que muchos tardaron años en construir. Cientos de casas, escuelas, negocios, e iglesias se han derrumbado y con ellas la salud mental de miles de personas.
La Administración de Servicios de Salud y Contra la Adicción (ASSMCA), la Universidad Carlos Albizu (UCA) y Ponce Health Sciences University (PHSU), no dudaron ni un segundo en ofrecer servicio profesional a personas en las áreas afectada. Aunque muchos alrededor de la isla se han visto afectados por el terremoto y sus réplicas, son los residentes del área sur quienes están viviendo la situación aún más difícil. Guánica, Ponce, Guayanilla y Yauco son los pueblos más afectados por los temblores que hasta el momento ha dejado dos muertos. Desde el primer día, entidades como ASSMCA, PHSU y UCA, que abogan por la salud mental, han reunido psicólogos licenciados para poder ofrecer la ayuda necesaria a las comunidades.
Suzanne Roig Fuentes, administradora de ASSMCA, dijo en entrevista con Es Mental que se ha asegurado de darle la atención pertinente a los desplazados que están en los refugios del gobierno así como los que están en los campamentos creados por comunidades. La emoción que más se repite entre las personas afectadas es el miedo, una reacción normal dentro de la situación ya que han perdido el lugar donde más seguros se sentían, sus casas.
Roig Fuentes explicó que el perder los hogares de una forma tan abrupta implica una alteración emocional fuerte por lo que se enfocan en fomentar el positivismo y el sentimiento de seguridad.
“Cada vez que hablo con algún afectado le recalco que se encuentra en un lugar seguro, porque la seguridad física en esta situación va primero” indicó.
Una tendencia positiva que ha notado esta semana es la normalización de la situación.
“Luego del terremoto del sábado 11 de enero, los niños en los campamentos no se alteraron como lo hacían antes. Ahora hasta le explican a sus padres de manera calmada lo que está ocurriendo”, relató.
Laa Dra. Nydia Cappa, psicóloga clínica y profesora de psicología primaria en PHSU, también ha notado que los afectados están normalizando los temblores.
“Hemos ido a Guayanilla, Yauco, Ponce y Peñuelas, tratando a las personas en equipo y vemos que ya se están adaptando a la situación”, aseveró Cappa quien ha estado coordinando la colaboración de PHSU en las áreas afectadas.
Aun así, muchos todavía sienten ansiedad extrema ante los movimientos telúricos.
“Hasta los psicólogos sienten ansiedad, pero hay que entender que todos estamos pasando por esto y estamos aquí para brindar apoyo, hasta que poco a poco se vuelva a la normalidad”, explicó.
Al conversar con los afectados, Cappa asegura que si hay algo que los refugiados desean es tranquilidad y dormir en paz. Hay personas que, aunque sus hogares no sufrieron daños significativos, están en los refugios porque allí se sienten más seguros. Algunos hasta temen entrar a sus hogares o de asearse.
Ante el miedo, el estrés y la ansiedad que aún abunda, Cappa recomienda crear una “mochila emocional”. Esta consiste en tener un bulto con elementos que ayuden a bajar los niveles de estrés. Estos pueden ser dibujos, juegos de mesa, libros, o su merienda favorita.
Además de la mochila emocional, Cappa exhorta a los perjudicados a volver hacer las cosas cotidianas que hacían antes como preparar el café en las mañanas y leer el periódico.
“Poco a poco volveremos a la normalidad, pero si hay algo que esta crisis nos ha mostrado es que la psicología hace falta en la isla, más un después de un desastre natural”, anticipó.
Por otro lado, la Dra. Gilda Rodríguez Díaz, psicóloga clínica y directora de Adiestramiento Clínico en la Universidad Carlos Albizu, lleva desde hace días, junto con ASSMCA, visitando al pueblo de Guánica, ofreciendo apoyo y servicio psicológico a la comunidad. Ahí ha visto de primera instancia como la población aún sigue en shock.
Rodríguez contó a Es Mental que las personas en los refugios están hipervigilantes y ante al más mínimo movimiento, activan su alarma de supervivencia. A la incertidumbre de saber cuándo ocurrirá otro temblor, se le suma las condiciones precarias en la que muchos están viviendo.
“Viven en carpas, no tienen donde asearse, ir al baño, no descansan, ya que no duermen, y la alimentación de muchos se ha visto afectada” indicó.
Rodríguez asegura que el aseo es una de las mayores preocupaciones que tienen los refugiados.
“Te les acercas y lo primero que te dicen es ‘misi no me baño desde el lunes’’, relató.
Una de las preocupaciones de Rodríguez es que al no haber un aseo continuo, muchas de las personas encamadas que se encuentran en los refugios podrían desarrollar infección o úlceras, añadiendo peso al problema.
Otra situación que la experta en salud mental ha notado es que, al haber varias entidades ofreciendo servicios de salud mental, varios refugiados creen que solo tienen que expresar sus sentimientos y preocupaciones una sola vez.
“Me he topado con la situación en que me le acerco a alguien y me dice: ‘ya hable con el de allá’( otro psicólogo)”, sostuvo.
Rodríguez hizo un llamado a sus colegas a establecer un lazo de confianza con las personas afectadas, que no sea una situación en donde se pregunta una sola vez y no los vuelvan a ver, ya que es importante que las personas hablen con una ‘cara conocida’.
“Exhorto a los grupos que ofrecen ayuda psicológica a reorganizarse, crear brigadas de trabajo para que así el proceso sea uno dinámico y efectivo”, indicó.
Pero, ante todo lo negativo que rodea a estas comunidades, hay algo que a Rodríguez no le impresiona. Es la resilencia, resistencia, la solidaridad y el desborde de apoyo que los boricuas se dan unos a otros. Las comunidades se han mantenido unidas, sin querer separarse uno de otros, especialmente de los residentes de avanzada edad que hay en los refugios como el Mariano ‘Tito’ Rodriguez.
“Hay muchos personas de edad avanzada en Guánica que viven solos y hay algunos que sienten arraigo con su comunidad, fungiendo hasta de ama de llaves aun debajo de las carpas”, concluyó.
De necesitar ayuda emocional puede comunicarse a la Línea Pas al 1-800-981-0023 o Linea TDD al 1-888-672-7622, libre de costo, 24/7. Para más opciones visite este enlace.
Fuente esmental.com